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El ministro italiano de Economía, Luigi Di Maio; el primer ministro del país, Giuseppe Conte; y el ministro del Interior, Matteo Salvini, en una imagen de archivo. AFP
La Unión Europea opta por no hostigar a Italia

La Unión Europea opta por no hostigar a Italia

Apela al «diálogo» para que recapacite sobre su desbocado proyecto presupuestario y confía en que lo modifique antes del día 13

Salvador Arroyo

Corresponsal en Bruselas (Bélgica)

Lunes, 5 de noviembre 2018

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Diálogo. Ese es el término, elevado a mantra, al que los ministros de Economía apelaron este lunes de forma insistente para alumbrar una solución viable al conflicto abierto en la Unión Europea (UE) por el presupuesto desbocado de Italia. En la primera reunión del club tras el rechazo sin precedentes de esas cuentas (en formato Eurogrupo primero y abierta al resto de Estados después), se optó por escuchar y por no hostigar al Ejecutivo de Giuseppe Conte.

Pierre Moscovici, comisario europeo de Asuntos Económicos, fue claro al respecto. «No hay ninguna decisión tomada». Y quiso marcar el paso apelando a la «paciencia». Hay que esperar hasta el día 13, cuando expira el plazo dado por la Comisión para que Roma presente una modificación sustancial de su proyecto. La cuestión es si lo hará; si revertirá ese plan de endeudamiento del 2,4% para 2019 o achicará la expansión del 0,9% de su déficit estructural -Bruselas exige cumplir con el 0,6%- para minimizar el desvío del 1,5% en el país que lastra una deuda pública del 131% del PIB (37.000 euros en números rojos por italiano).

Las voces de que no habrá paso atrás vienen siendo insistentes. Con todo, la presión de los ministros sobre su colega, Giovanni Tria, fue contenida. Sin «gritos» y con los «zapatos puestos», había llegado a ironizar en los días previos un alto representante de la UE, en alusión al espectáculo que ofreció hace dos semanas el eurodiputado de la Liga Angelo Ciocca (el pisotón, calzado en mano, de los papeles de Pierre Moscovici). «Estamos aún en el proceso de recibir una respuesta de Italia y queremos una discusión constructiva», se sumó Mario Centeno, presidente del Eurogrupo.

Un trabajo «paso a paso en el espíritu de diálogo» pero, eso sí, «de acuerdo con unas reglas que son muy concretas. Porque tenemos que estar seguros de que la deuda italiana no se incrementa y también de que su déficit estructural se reduce, y hoy no es el caso», incidiría Moscovici antes de explicar a los responsables de Economía los motivos que llevaron al Ejecutivo comunitario a requerir importantes correcciones a un Gobierno italiano de coalición muy presionado por los populistas de la Liga y el Movimiento 5 Estrellas (M5E).

«Estoy de acuerdo en que hay que hacer un presupuesto para la gente, pero incrementar la deuda no lo es, significa cargar más peso sobre los hombros de los italianos», apostilló el comisario francés, en respuesta al que ha venido siendo el discurso de la Liga de Matteo Salvini y el M5E de Luigi Di Maio.

El hipotético castigo

Pero en la UE (al menos de momento) nadie quiere hablar ni de sanciones a Italia (llegarían a superar los 3.000 millones, tras resolverse un largo y complejo expediente) o medidas coercitivas como el portazo a los fondos estructurales. Porque implicaría que se ha llegado a un escenario de crispación institucional de consecuencias imprevisibles bajo la espada de Damocles de los mercados.

La Comisión dará su opinión sobre los borradores presupuestarios de Italia y del resto de países, incluida España, a la que también se han requerido aclaraciones, el próximo día 21. La ministra Nadia Calviño, que se reunió con Moscovici antes de participar en el Eurogrupo, incidió en que no existe en las instituciones europeas «una preocupación especial» sobre el presupuesto de España; comprometió que cualquier «modificación» que pudiera surgir en el camino hacia su hipotética aprobación en el Parlamento «será comunicada puntualmente» a Bruselas; y también recalcó que la inestabilidad que pudiera generar el pulso echado por Roma no supone una amenaza «específica» de contagio.

La titular de Economía sostiene que tras mantener varias reuniones con inversores (la pasada semana en Londres y estos días en Madrid), «en general todo el mundo tiene bien claro el compromiso del Gobierno español con la disciplina fiscal, con la reducción de la deuda pública, del déficit público y la voluntad de cumplir con los ajustes de la zona euro».

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