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El incendio de Quintanilla del Coco devoró Santibáñez del Val. Agencias
Burgos se encomienda a las lluvias para evitar un otoño de alto riesgo de incendios forestales

Burgos se encomienda a las lluvias para evitar un otoño de alto riesgo de incendios forestales

La provincia ha vivido un verano cálido y seco, con uno de los peores julios de la historia en incendios. Lo ocurrido de Quintanilla del Coco va a ser cada vez más habitual

Viernes, 30 de septiembre 2022, 07:06

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La campaña de lucha contra los incendios forestales de 2022 se va a recordar por el devastador fuego de Quintanilla del Coco, uno de los más grandes que ha sufrido la provincia de Burgos. Sin embargo, a falta de conocer las cifras oficiales, el verano burgalés no ha sido tan complicado como nos podría parecer a simple vista, aunque hayan sido escasas las jornadas sin incendios forestales.

«La sensación que tenemos es malísima», reconoce Alfredo Rodríguez, del Colegio de Ingenieros de Montes de Castilla y León. El fuego de Quintanilla, que calcinó más de 2.500 hectáreas y devoró Santibáñez del Val en pocas horas, nos marca la percepción. Y, si bien es cierto que «hemos tenido uno de los peores julios, agosto y septiembre no han sido especialmente complicados».

Al final, los balances de las campañas estivales se realizan en función de la gravedad de los incendios. Este verano en Burgos ha habido algunos fuegos peligrosos, como el declarado en Pineda de la Sierra, potencialmente de riesgo pero que se consiguió controlar gracias a un amplio operativo de medios aéreos y terrestres y a una providencial lluvia.

También ha habido otros cuatro fuegos «medios», explica Rodríguez, esos que se declararon a causa de los rayos caídos en las tormentas secas de principios de agosto. Fuegos como los de Porquera de Butrón, Ordejón de Arriba y Nadáguila, en el Páramo de Masa. «No fueron mucha superficie, pero sí rayos simultáneos, de noche y difíciles de localizar». Y en los que también hubo viento.

El viento es clave a la hora de facilitar, o dificultar, el control de un incendio. «Una vez que se inicia la chispa, puede correr rápido si hay mucho viento», recuerda Alfredo Rodríguez, como ocurrió en Quintanilla del Coco. Además, la orografía burgalesa facilita, en parte, la propagación pues hay subidas, bajadas, requiebros, valles... y eso acelera los fuegos.

chispas que se prenden

Las condiciones meteorológicas vividas este verano en Burgos, de olas de calor y fuerte sequía, han hecho que se hayan declarado incendios en circunstancias que de habitual no habrían sido excesivamente peligrosas, indica Alfredo Rodríguez.

Un coche averiado en una cuneta, y que se prende, ha generado algunas situaciones complicadas. También ha habido un fuego especialmente extraño, el que se inició junto a la A-73, en Burgos capital, y que fue originado por una desbrozadora de mano.

Rodríguez asegura que, precisamente por el verano duro vivido, la gente ha sido mucho más prudente en el campo, aunque haya habido sustos importantes. «Se ha tenido mucho cuidado», insiste.

A partir de ahora, los operativos contra incendios cambiarán si se da por concluida la temporada de riesgo, aunque la previsión es extenderla ante la previsión de altas temperaturas.

Los retenes se mantienen prácticamente en su totalidad, lo que ocurre es que no operan por la tarde, ni los siete días a la semana, pero el riesgo también suele ser menor. Y se conservan medios aéreos y vehículos de extinción.

Rodríguez reconoce «el riesgo cero no existe, siempre va a haber incendios como este de Quintanilla mientras haya cosas que pueden arder, porque las causas accidentales siempre van a existir», insiste. Aquella tarde, soplaba fuerte viento, se formaron varios frentes y las llamas corrieron rápidamente. Ahora le queda a la investigación determinar qué ocurrió con exactitud.

Otoño en el aire

La campaña de incendios forestales acaba, oficialmente, este 30 de septiembre. Sin embargo, otoño puede ser complicado si no llueve. Estos días tenemos avisos de lluvias y tormentas, pero luego llegará un anticiclón que elevará las temperaturas hasta casi los 30 grados. Y una semana de mucho calor, sin lluvias, puede complicar la situación.

«Si las primeras lluvias tardan en llegar, podemos seguir en noviembre hablando de riesgo de incendios», explica Alfredo Rodríguez. Eso si, ya se está notando que han bajado las temperaturas, que hay más rocío y se empieza recuperar la humedad del terreno. Con lluvias, la situación mejorará, aunque se necesita de mucha agua para revertir la intensa sequía.

De todos modos, tendremos que empezar a acostumbrarnos a estos veranos tan cálidos y secos. Va a ser algo progresivo, pero afectará a las campañas. El último verano de intenso calor fue en 2003, y se recuerda por grandes incendios como el de La Tesla. A partir de ahora serán más frecuentes, pero no todos los años, sino cada diez en lugar de cada veinte, apunta Rodríguez.

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