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La hostelería es, sin lugar a dudas, uno de los sectores más castigados por la pandemia de la covid-19. Solo hay que ver que, ante el aumento de la incidencia camino de la cuarta ola, la Junta de Castilla y León ya ha anunciado restricciones para esta próxima semana, entre las que se encuentran el cierre del interior de los establecimientos, lo que obligará a volver a operar solo con las terrazas (quien las tenga).
Y, aunque la pandemia no ha hecho distinciones, los hosteleros de los entornos rurales sí que han tenido algunas dificultades añadidas. Sacar mesas a la calle, ampliar las terrazas o apostar por la comida para llevar no siempre es posible, así que los horarios se han modificado, los servicios se han restringido e, incluso, se han tenido que aplazar aperturas hasta momentos mejores, mientras se suceden olas.
Cada hostelero tiene su propia experiencia, cuenta su propia historia, pero en lo que todos coinciden es en lo duro que es intentar mantener un negocio a flote cuando, de la noche a la mañana, se anuncian restricciones que dan al traste con las previsiones (la provisiones, las plantillas, las reservas y las ocupaciones). Y en que se sienten abandonados por las administraciones, con pocas ayudas, lentas y mal gestionadas, en especial en el caso de la Junta, que es la que les obliga a cerrar.
Aquí nos lo cuentan Alfonso, Fran y Ágata, Mario y Mariano.
Alfonso Camarero asegura sentirse «abandonado» por las administraciones, que han criminalizado la hostelería cuando, en la mayor parte de los casos, son entornos seguros | El Asador Mudarra va «sobreviviendo», zarandeado por las medidas anticovid.
Las restricciones impuestas por la pandemia traen de cabeza a los propietarios del bar Regoluna, que lamentan que las pocas ayudas que reciben les llegan tarde | Fran y Ágata destacan lo arropados que se han sentido este año por los vecinos de Pradoluengo.
Los cambios de restricciones son lo más complicado de gestionar en un bar-restaurante, al que el toque de queda le 'roba' la mitad del negocio | La pandemia deja muestras de solidaridad entre compañeros y una deficiente gestión de las ayudas por parte de la Junta.
Mariano de las Heras acaba de reabrir el hotel, tras cuatro meses de parón, pero con una ocupación del 50% a causa de las restricciones | Lamenta la falta de apoyo de las instituciones, que son «muy lentas».
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