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El acusado de asesinato, D. D. J., en la Audiencia Provincial de Burgos. ÁMC
Sucesos Burgos

El escayolista de Miranda «se desangró lentamente y podría haber sobrevivido de haber ido al médico»

Los forenses acreditan que el disparo se efectuó a «más de 30 centímetros» y que «el orificio de entrada de la bala fue por la espalda»

Viernes, 26 de noviembre 2021, 20:20

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Los forenses que completaron la autopsia del escayolista de Miranda (F. J. M. G.), presuntamente asesinado por D. D. J. el 26 de abril de 2019 y cuyo cadáver apareció días después en el río Ebro, han declarado esta mañana en la Audiencia Provincial de Burgos, en un testimonio en que se certifica que la víctima agonizó durante «al menos media hora y que se desangró lentamente tras el impacto de balaque entró por la parte dorsal izquierda y salió por el abdomen», han apuntado los médicos.

«La trayectoria del proyectil no afectó a ningún órgano vital, ni a ninguna de las venas y arterias importantes. No fue una muerte fulminante. La víctima, tras el impacto, estaría consciente y si hubieran acudido las emergencias sanitarias, podría haber sobrevivido. Incluso, aunque se hubiera desangrado de una forma más rápida, se podría haber ido por su propio pie o pedir auxilio», han continuado los forenses.

La autopsia de F. J. M. G. ha certificado los dos agujeros de bala, dejando como primera y principal hipótesis que el proyectil entró por la parte dorsal izquierda de la víctima y salió por el abdomen para dejar muescas en la pared (con rebote en la puerta) de la vivienda del fallecido. Según el informe de los forenses, el diámetro del orificio de la espalda es de 7 milímetros y muy regular, mientras que el del abdomen ronda los diez milímetros y es más irregular. «Eso nos indica que la bala entró por la espalda. Es decir que la víctima estaba de espaldas a la persona que disparó», han señalado.

Una teoría que se sustenta con los análisis de la ropa que llevaba F. J. M. G. y que permaneció diez días en las aguas del Ebro hasta que se halló el cuerpo. «Los agujeros de las partes delanteras de la vestimenta son de hasta dos centímetros. La bala entra en el cuerpo de forma recta y se va volteando, por lo que los orificios de salida siempre son más grandes», han detallado los médicos.

Este testimonio contrasta con la declaración del acusado de asesinato en la primera jornada del juicio oral, en la que aseguró que «la víctima se cayó sobre él y la pistola se disparó por accidente». «Es imposible esa versión. Eso supondría que el disparo fue a cañón tocante y por lo tanto se quedaría el tatuaje en el abdomen. Esa parte del cuerpo estaba limpia», han explicado los especialistas de medicina forense.

Asimismo, la autopsia también hace indicar que la víctima no se defendió al «practicarle pruebas en las manos y los antebrazos». Tampoco se hallaron indicios de lesiones en el cuello. Aun así, el cuerpo ha presentado «dos contusiones, en el pectoral y axila izquierda, que denotan golpes con objetos romos». «Estos se produjeron cuando aún estaba vivo», han agregado los forenses, que inciden que el cuerpo, una vez muerto, fue manipulado para envolverlo, trasladarlo, maniatarlo y tirarlo al río.

Por su parte, los forenses también se entrevistaron en tres ocasiones con el acusado de asesinato para determinar y conocer la aptitudes de D. D. J.. «Se diagnostica una discapacidad intelectual leve, trastornos de la personalidad y por consumo de drogas. D. D. J. decide hacer esos hechos para saber dónde está la droga. Su actuación fue libre en busca de un fin. Sabía que si disparaba, podría producir la muerte», han añadido los forenses.

Según los informes médicos, la discapacidad intelectual leve se pudo desarrollar en la infancia. «Considero que no tiene entidad para que no entienda las consecuencias de los hechos. Fue capaz de trabajar. Sabía cuidarse de sí mismo, aunque en una ocasión afirmó que su mujer llevaba el dinero de la casa para que no se lo gastara en drogas. Por el simple hecho de matar, su discapacidad no supone nada», han explicado.

El trastorno de la personalidad denota «un comportamiento que se aparta de lo que consideramos normal». «Muestra inestabilidad emocional sin que haya elementos concretos. Es una persona impulsiva y con baja tolerancia a la frustración», han apostillado los forenses. Por su parte, el trastorno por consumo de drogas «no disminuye la responsabilidad de los hechos», han añadido.

Alegrías y sardinas rebozadas

Asimismo, en la jornada de este viernes también se ha analizado la ingesta de los productos de F. J. M. G. antes de su fallecimiento, hecho que concuerda por lo relatado por los amigos de la víctima en la mañana de la muerte. «Se encuentran semillas de pimiento y fibras musculares de origen animal. Es muy posible que comiera alegrías riojanas y sardinas rebozadas», ha detallado una agente.

Asimismo, peritos también hallaron residuos de disparo en la vestimenta de la víctima al encontrarse restos de plomo, bario y antimonio.

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