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El papa Francisco. Afp/Atlas

El Papa, en Palermo: «No puede creerse en Dios y ser mafioso»

En su visita a Sicilia, Francisco les dice a los miembros del crimen organizado que se necesitan «hombres y mujeres de amor, no hombres y mujeres de honor»

darío menor

Roma

Sábado, 15 de septiembre 2018, 13:16

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Jorge Mario Bergoglio ha elegido un día muy especial para visitar Sicilia: hoy sábado se cumplen 25 años del asesinato a manos de la Mafia del sacerdote Pino Puglisi, al que los capos no perdonaron que se atreviera a ofrecer una alternativa de vida a los jóvenes que trataba de captar el crimen organizado. La Iglesia católica considera un mártir a Puglisi, cuya beatificación fue aprobada por Benedicto XVI en 2012. En Palermo, Francisco ha celebrado esta mañana una multitudinaria misa en la que ha advertido que la vida «se da, no se quita», y ha dejado un contundente mensaje a los miembros de los distintos clanes de la Cosa Nostra.

«No puede creerse en Dios y ser mafioso. Quien es mafioso no vive como un cristiano porque insulta con la vida el nombre de Dios amor. Hoy necesitamos hombres y mujeres de amor, no

hombres y mujeres de honor», ha comentado el Papa durante su homilía en la Eucaristía que ha presidido en el recinto del Foro Itálico ante más de 100.000 fieles. Su mensaje de hoy, como otros anteriores en la misma línea, trata de romper la naturalidad con la que muchos miembros del crimen organizado combinan la fe católica con los asesinatos, abusos y extorsiones. Aún hoy sigue siendo habitual que la Policía encuentre Biblias y otros textos religiosos en los escondites de los mafiosos.

Tras la misa, Francisco se ha desplazado hasta la vivienda y la parroquia del asesinado Puglisi, situada en un popular barrio palermitano de Brancaccio. Uno de los ejecutores del delito, que luego se arrepintió y pasó a colaborar con la Justicia, contó que cuando fueron a matar al sacerdote en el día que precisamente cumplía 56 años, les dijo: «Me lo esperaba». De Puglisi destacó el Papa que sabía que «corría riesgos, pero sobre todo sabía que el verdadero peligro en la vida es no correrlos» y contentarse con «comodidades, trucos y atajos».

El viaje de Bergoglio a la mayor isla del Mediterráneo comenzó en la localidad de Piazza Armerina, donde subrayó la importancia de que la Iglesia esté siempre cerca de los últimos, de los más desfavorecidos. En un encuentro con los fieles, habló de las «llagas que afligen» a la tierra siciliana, entre las que citó el subdesarrollo social y cultural, la explotación de los trabajadores, la emigración, la usura, el alcoholismo y las drogas.

«Considerar las llagas de la sociedad y de la Iglesia no es una acción denigrante ni pesimista. Si queremos dar concreción a nuestra fe debemos aprender a reconocer en estos sufrimientos humanos las mismos llagas del Señor», dijo el Papa, animando de esta manera a los católicos a que se comprometan con el prójimo. Tras su visita a Piazza Armerina, Francisco se desplazó en helicóptero a Palermo, donde almorzó con detenidos e inmigrantes en un centro de la Iglesia local dedicado a la atención a marginados.

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