El tejero asturiano que dejó su huella en un pueblo de Burgos
Evaristo Concha Ojeda, tejero en la comarca de La Bureba, destapa los entrecijos de esta profesión
Adrián Miguel Ruiz
Burgos
Lunes, 30 de junio 2025, 09:56
El mundo es un pañuelo y, donde menos te lo esperas, puedes llegar a encontrarte a personas con raíces en cualquier parte. Esto es lo que les pasó a miembros del Museo Etnográfico de Montejo de San Miguel, en el Valle de Tobalina. En una de sus vacaciones por Picos de Europa se encontraron con una persona que conoció al creador de una de las piezas que están custodiadas por esta institución.
Y es que un mes atrás había llegado al museo una teja de ochenta años de antigüedad en la que venía grabado el nombre de Avelino Tarno. En las mencionadas vacaciones, los trabajadores se dirigieron a Vibaño, un pequeño pueblo en Asturias en el que residía Evaristo Concha Ojeda, de 87 años, junto con su esposa, Carmen Balmori. Después de localizarle, mantuvieron una conversación acerca de la tejería, la cual también fue la profesión de Evaristo.



Al mostrarle las imágenes de la teja de Avelino, Evaristo afirmó que él mismo había conocido al creador. No solo eso, sino que contó además que su nieto trabajaba en un taller de maquinaria agrícola que regenta su familia en Posadas de Llanes y que había sido una gran persona. Ante esta coincidencia, los miembros del museo no pudieron salir de su asombro.
La dura vida del tejero
Esa teja había sido fabricada en Oña. En esta localidad burgalesa y a lo largo de la comarca a la que pertenece se asentaban durante parte del año decenas de tejeros asturianos a mediados del siglo pasado. Estos solían llegar a finales de abril y partían de vuelta a finales de septiembre. En esta temporada, tal y como sugiere Evaristo, Avelino, como el resto de tejeros, podía llegar a hacer hasta 30.000 piezas.
«Nos levantábamos con las estrellas y nos acostábamos también con ellas», afirmaba Evaristo. El propio asturiano estuvo trabajando también en la provincia de Burgos, concretamente en Cubillo del Campo y Pino de Bureba. Los empleados del museo preguntaron por la zona. Resulta que un albañil veterano de Oña recuerda que había un tejero asturiano llamado Evaristo que trabajaba por allí.
El curtido tejero también explicó qué era «la xíriga»: una jerga que utilizaban los miembros del gremio para que el resto de gente no les entendiera cuando hablaban, de la cual Evaristo fue profesor junto con otros cuatro compañeros. También habló sobre la alimentación, el alojamiento, los desplazamientos desde Asturias hasta diferentes puntos de Castilla y León, la contratación por parte de las tejeras de diferentes puntos de España, las herramientas que empleaban, los grandes hornos y los trucos para saber cuando la cerámica estaba cocida… En definitiva, de lo que era trabajar más allá del amanecer y el anochecer en unas condiciones muy diferentes a lo que estamos acostumbrados hoy en día.
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