La diseñadora burgalesa Raquel Grande posa junto a dos de sus diseños. Sara Sendino

La diseñadora de Burgos que crea trajes «con alma» para bailar

Raquel Grande es la fundadora de Que me vistan lo bailao, una marca de prendas para disciplinas como clásico, contemporáneo, pole dance... Comenzó personalizando trajes y ahora pretende vivir de este «sueño»

Sara Sendino

Burgos

Viernes, 11 de julio 2025, 07:29

Bailar no es sólo la acción de mover el cuerpo al ritmo de la música. También consiste en trasladar sentimientos al público: desde la alegría a la congoja, pasando por la euforia o el enfado. En un espectáculo, todos los factores suman: la coreografía, el peinado, el maquillaje... y la vestimenta. Y de esta última sabe mucho Raquel Grande, una burgalesa que diseña estas prendas únicas y «con alma».

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Raquel Grande ha estado ligada al mundo del baile toda su vida. También estudió empresariales y en 2016 se mudó a Alicante. Allí continuó danzando en un grupo amateur de baile latino y, poco a poco, su interés por la vestimenta fue creciendo. En ese momento ella y sus compañeros compraban los trajes, pero en ocasiones necesitaban realizar modificaciones a las prendas.

Comenzó así a customizar o personalizar trajes de baile. «Me empezaron a conocer», explica. A partir de ahí, su primera oportunidad laboral en este campo llamó a su puerta: «Vamos a ser los primeros bailarines de baile a los que vas a vestir», cuenta la burgalesa sobre la propuesta que recibió en 2019. Era entonces cuando su periplo como modista escénica cogía carrerilla.

Cuando llegó la pandemia, como muchas otras personas, Raquel volvió a Burgos «sin nada», porque aquí nadie conocía su faceta de diseñadora. En Alicante ya había tomado clases con una modista y, una vez en la capital del Arlanzón, realizó el grado medio de confección y moda. Una profesión que, al menos en el caso de las tiendas de arreglos, demanda mano de obra.

Comienzos en un salón

Allá por 2020, Raquel comenzó a confeccionar trajes para espectáculos en el salón de la casa de su madre. Ahora, la diseñadora presume de haber dado un salto de calidad a un salón más grande, pero tiene la vista puesta en la próxima mudanza de su marca, Que me vistan lo bailao: alquilará un local en el centro de Burgos para ganar visibilidad y ser más accesible a los potenciales clientes.

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Desde que volviera, Raquel ha seguido aprendiendo mediante cursos de especialización «en vestuario escénico, corsetería, gimnasia rítmica y los que vengan por delante», bromea. La burgalesa se muestra abierta a aprender, a probar y a equivocarse con el fin de mejorar en cuanto a los productos a medida que los confecciona.

Este vestuario escénico lo realiza para multitud de disciplinas artísticas. «Clásico, contemporáneo, latino, pole dance, danza aérea, acrobática, baile caribeño» e incluso gimnasia rítmica, que también requiere un «vestuario técnico especializado», aclara la burgalesa. Por el momento, ha recibido, entre otros, encargos de la escuela profesional de danza Ana Laguna, desde donde agradecieron que la modista se hubiera trasladado a Burgos.

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Leer la mente a los clientes para plasmarlo en la tela

El proceso de creación de un traje de baile es «largo» y puede alargarse «meses», pero Raquel Grande destaca que es un tiempo «muy bonito». Todo comienza con una entrevista con el bailarín o bailarina: «Te cuentan toda su historia, lo que quieren transmitir», explica.

A los protagonistas también les pregunta sobre la música, el mensaje que quieren transmitir a su público y las características especiales del baile, por ejemplo, acrobacias. Por tanto, la labor de Raquel es, en realidad, un proceso de «leer la mente» a sus clientes y «hacer realidad» lo que imaginan.

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Proceso de creación de trajes de Raquel Grande. BC

Llegados a este punto, la diseñadora burgalesa se documenta para crear los primeros bocetos y enseñárselos a sus clientes, dado que la confección en Que me vistan lo bailao es «bajo pedido». Después realiza el patrón del traje, corta los trozos de tela y los va uniendo poco a poco. Durante el proceso, primero realiza pruebas para enseñárselo al cliente y comprobar si su trabajo va por el buen camino o precisa ajustes.

Los tiempos de entrega, explica Raquel, suelen ser «muy justos», por lo que trabaja contrarreloj. Además, a estos se suma el condicionante de que la burgalesa cuenta ya con un trabajo de «jornada completa». «Es esfuerzo, esfuerzo, esfuerzo. Mi vida es esto», repite la burgalesa con una sonrisa de oreja a oreja.

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Respecto a los precios de sus creaciones, Raquel no señala un arco de presupuestos, ya que, explica, todo varía con cada creación. Sin embargo, señala que está abierta a todo tipo de propuestas y las personas interesadas pueden contactarla a través de la cuenta de Instagram de Que me quiten lo bailao.

Medidas, patrones, licras y pedrerías

Raquel presume de poder realizar trajes para «todas las personas», ya que toma las medias de cada persona para hacer un traje adecuado a cada cuerpo. ¿Su objetivo? «Que el bailarín se siente a gusto, como una segunda piel», describe.

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Para ello, apuesta por un mismo material en la mayoría de los casos: las licras. Este tejido sintético es resistente pero flexible, lo que permite que se ajuste al cuerpo pero con libertad de movimientos. Además, Raquel en ocasiones también utiliza otros tejidos, como tules o rejillas, para adornar el traje o aportar volumen, por ejemplo.

Trajes de la diseñadora burgalesa Raquel Grande. Sara Sendino

Al ser preguntada por el diseño de otro tipo de ropa, como de calle, Raquel bromea. Considera que el vestuario escénico es un «reto» y que diseñar para otros contextos puede llegar a ser «aburrido». Sin embargo, confiesa que ha hecho sus pinitos al comenzar a diseñar trajes regionales para grupos de Burgos.

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Trabajando para que sea su fuente principal de ingresos

Desde hace unos años, Raquel sueña con que la confección de vestuario escénico sea su trabajo principal con Que me vistan lo bailao. Ahora colabora con el programa Emprende de la fundación CajaBurgos, con el que valora su potencial único. «Aquí en Castilla y León no hay ningún taller especializado en vestuario escénico [...]. Todas estas disciplinas están desamparadas», añade.

Su última oportunidad para crecer ha sido en la Copa Mundial de Danza o Dance World Cup. El evento, celebrado en Burgos hasta el 12 de julio, ha aglutinado a miles de bailarines y Raquel ha podido montar su escaparate en el Fórum, a la vista de todos los participantes. «Esto ha sido un sueño», relata, agradeciendo la oportunidad a la organización del evento, con la que ha colaborado en arreglos de última hora de trajes de bailarines.

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Recapitulando sobre su vida, el esfuerzo invertido en formarse en la creación de vestuario escénico y sabiendo a dónde la ha llevado, Raquel se emociona. «Es un estilo de vida que yo he decidido vivir y con el que soy feliz», declara. Un estilo de vida rodeado de música, bailes, licras, y pedrería gracias al que crea trajes con los que trasladar emociones desde la danza hasta los corazones de los espectadores.

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