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Las diez noticias imprescindibles de Burgos este jueves 4 de diciembre
Furgón de la Policía Nacional de Burgos saliendo de la comisaría con un detenido. Adrián Miguel
Vallejo, oficial de Policía Nacional

Detrás de los traslados de presos en Burgos: «Lo han intentado, pero en 18 años nadie se ha fugado»

De la prisión a los juzgados, hospitales, urgencias o eventos familiares, el Servicio de Conducciones y Custodias realiza unos siete traslados al día en la ciudad. Deben garantizar la seguridad del preso, de los agentes y la ciudadanía, con discreción y respetando la dignidad del preso. Así trabajan, adaptando cada servicio al perfil del detenido

Domingo, 12 de octubre 2025, 09:22

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De una forma discreta, en contacto directo con presos y detenidos, en alerta constante y respetando el honor y dignidad de las personas, el Servicio de Conducciones y Custodias de la Policía Nacional traslada a más de 2.400 personas privadas de libertad al año en la ciudad de Burgos.

Hablamos de seis o siete traslados diarios solo en la ciudad. Y son traslados de muy diferente naturaleza. El oficial de Policía Vallejo, al frente de este servicio, nos explica su trabajo. Se encargan de trasladar tanto a detenidos como a presos, provisionales o con condena firme. Lo habitual es que tengan que llevarlos desde prisión a los juzgados, a juicios, pero también a consultas médicas, a clínicas dentales, a actos familiares, a visitas a familiares ingresados en estado de gravedad. Algunos de los traslados más largos se realizan cuando tienen que llevar a un preso al CIE (Centro de Internamiento de Extranjeros) hasta Madrid.

También desplazan a esos detenidos desde comisaría a los juzgados y de los juzgados, si así lo decreta un juez, hasta prisión o hasta el médico forense para una evaluación.

Prevención

Como medida de prevención de la salud, la pandemia propició el pase a disposición judicial por videoconferencia, evitando la conducción física de detenidos si así lo decide la autoridad judicial.

Como mínimo dos agentes se encargan de custodiar a un preso. Son trasladados en esos furgones que el ciudadano tiene en la mente. Ahí hay espacio para más de un preso, pero nunca se junta a hombres con mujeres, ni a presos que tienen mala relación entre sí o que están encausados en un mismo proceso judicial.

Pero no todos los servicios comportan idénticos riesgos ni se afrontan de la misma manera. En un traslado habitual, de un preso de prisión al hospital o al juzgado, cuando los agentes llegan con el furgón a la prisión, los funcionarios, con los que colaboran diariamente, les facilitan una hoja identificativa de la persona que van a trasladar. En esa hoja les informan tanto de la identidad del interno, como de los aspectos o condiciones que afectan a la seguridad del traslado. Hay una foto del interno, el delito por el que está preso, si ha intentado fugarse o no, si presenta alguna enfermedad contagiosa, etc. Los agentes, por su parte, ponen su identificación profesional y esa hoja va siempre con ellos.

@burgosconecta 🚔 ¿Te has preguntado alguna vez cómo se realiza el traslado de presos? De una forma discreta, en contacto directo con presos y detenidos, en alerta constante y respetando el honor y dignidad de las personas, el Servicio de Conducciones y Custodias de la Policía Nacional traslada a más de 2.400 personas privadas de libertad al año en la ciudad de #Burgos. 👮🏻‍♂️ Hemos hablado con el servicio que se encarga de trasladar a los presos en la ciudad. Y sí, ha habido intentos de fuga, pero en los 18 años que lleva el oficial con el que hemos hablado, nadie lo ha conseguido. ⛓️ #PolicíaNacional #cárceles #Burgosconecta ♬ sonido original - BURGOSconecta

Pero antes de salir de prisión, el preso pasa por un arco de seguridad y se le cachea. Igualmente, en los traslados a prisión de detenidos, sus pertenencias personales son requisadas y no se devuelven hasta que queda en libertad o se entregan a los funcionarios de prisiones.

«Hay servicios en los que se necesita a más de dos agentes por preso. En ocasiones especiales, como con los presos de ETA, incluso iban agentes de paisano»

Una vez que se ha completado el traslado, que el preso regresa a la prisión, los agentes entregan de nuevo esa hoja a los funcionarios. Cerrando así la cadena de custodia. «A nosotros se nos informa ahí de todo lo que se debe conocer, si está en primer grado o si, como ocurría antes pertenecía, por ejemplo, a la banda terrorista ETA, si le queda mucho de condena. Debemos conocer antes a quién vamos a trasladar para preparar con conocimiento ese servicio, porque hay ocasiones en las que se necesita a más de dos agentes por preso. En ocasiones especiales, como ocurría con los presos de ETA, incluso iban agentes de paisano», explica Vallejo.

Igualmente, evidencia que no es lo mismo «el traslado de una persona de 30 años que una de 80, no es lo mismo un traslado de un preso con delito de sangre que de otras características. No quiere decir que los tratemos de forma diferente, nuestro trabajo se realiza con pleno respeto al honor y la dignidad de los detenidos, más bien es la actitud que tienes que tener tú, de estar más alerta, de saber cómo interactuar», apunta.

«Es normal que haya intentos de fuga»

Este oficial de Policía lleva en este servicio desde 2007. Reconoce que se extreman las medidas de seguridad a la hora de custodiarlos, pero también asume que es lo natural que un preso intente escapar. Desde que él empezó en este servicio hace 18 años no se ha escapado nadie en estos traslados, «pero eso no quiere decir que no lo hayan intentado», apunta. Recuerda un caso que ocurrió hace años en el hospital en el que un preso, tras echar a correr, logró llegar al exterior, donde fue alcanzado de inmediato. «Ha habido intentos, como es normal, pero no se han conseguido».

Los presos siempre van esposados, «en los traslados de largo recorrido, por ejemplo de varias horas, y valorando las distintas condiciones, se procura que viajen de la manera más cómoda posible, pero en todo caso de forma que la seguridad tanto del preso como de los policías no se vea comprometida en ningún caso. Incluso antes de un desplazamiento largo se le explican estos detalles para intentar no tener que parar», matiza.

Las visitas al hospital, entre las más peligrosas

No por habituales los desplazamientos al hospital son menos peligrosos. De hecho, Vallejo los señala como esos servicios en los que hay que estar especialmente alerta. El preso está en contacto cercano con otros ciudadanos, con el personal sanitario, incluso con instrumental médico que podría intentar emplear para agredir o autolesionarse... Además en ocasiones, ante determinadas pruebas médicas, se le deben quitar momentáneamente los grilletes. «Cuando entran a hacerse radiografías, que no se pueden llevar objetos metálicos, ahí somos especialmente cautos», añade.

Por eso, en las consultas hospitalarias o en las urgencias, la Policía Nacional de Burgos habla con la autoridad sanitaria para dar prioridad a estos presos. Aquí Vallejo interpela directamente a la ciudadanía, «pedimos comprensión, que tengan en cuenta que son traslados especiales, que no es que queramos colarnos, es que cuanto menos tiempo estemos ahí, más se reduce el riesgo y la peligrosidad», apunta. En estos casos, evitan que entable conversación con el resto de gente, que no se encare con nadie y que se le atienda lo antes posible.

Minimizar riesgos

El objetivo de este servicio es doble. Por un lado, garantizar la custodia y traslado con la máxima seguridad, evitando fugas, ataques a los agentes, autolesiones. Por otro, que la repercusión del servicio sea la menor posible para el resto de la ciudadanía. Discreción, eficacia y respeto al honor y la dignidad del detenido.

Especial cuidado si hay conocidos

Pero los traslados a eventos familiares o visitas a familiares enfermos también son servicios de alto riesgo. «La experiencia me dice que estos casos en los que el preso va a encontrarse con conocidos, familia, en su entorno es de prever que será más fácil que se pueda fugar. Ahí solemos recurrir a más funcionarios. Porque si intentase huir, tendría apoyo de su entorno cercano», expone Vallejo.

Por eso también se vigila y controla mucho que el preso, cuando acude al hospital u otras citas sanitarias, no conozca a nadie de las personas con las que se cruza. Muchos de los traslados, los que son con agenda prevista, hay que tener en cuenta que los conocen tanto sus familiares, como sus amigos: «No sabemos si alguien que está ahí está esperando para ayudarle a escapar, si puede agredirnos. Es más, hay algún traslado que se ha frustrado, que lo hemos anulado porque veíamos que se iba a dar una situación de este tipo y hemos anulado la consulta», reconoce Vallejo.

«Hay traslados que se han frustrado porque veíamos que la situación era de peligro»

Los traslados de prisión a los juzgados, donde hay calabozos, no conllevan tanto riesgo pero, igualmente, se pueden dar situaciones peligrosas. No es lo habitual por supuesto, pero «en las declaraciones en sede judicial ha habido ocasiones en las que un preso ha querido agredir al juez, o al fiscal» y han tenido que «reducirle, claro», recuerda.

En los traslados más largos, como esos hasta el CIE de Madrid, el peligro está en el tiempo. El preso pasa varias horas en el furgón policial, donde hay ventilación y una pequeña ventana, pero puede ser agobiante. Ha habido traslados con el preso insistiendo en ir al baño, dando golpes o intentando romper la ventanilla.

«Hablas con ellos, pero lo justo y necesario»

Estos agentes saben que tratan con personas que pueden intentar huir, con otras que les tienen rencor, que pueden intentar autolesionarse, por ello, la calma, la racionalidad y el respeto a la dignidad del preso son aspectos que tienen siempre presentes. Al final, están tratando con personas. «Hablas con ellos, pero lo justo y necesario. Lo que pasa que, al final, no dejan de ser personas, es nuestro deber respetarlos y tratarlos con dignidad en todo momento», señala.

A lo que se suma la exaltación, «sí hay casos en los que llegan exaltados, hay que tranquilizarlos todo lo posible para que el traslado a prisión, al calabozo sea en las mejores condiciones. En ocasiones, hemos tenido que solicitar el apoyo de emergencias sanitarias para atenderle por su estado de nerviosismo o porque se ha agredido a sí mismo», apunta Vallejo. En ocasiones, ellos mismos han tenido que trasladar a un detenido desde los calabozos de la comisaría hasta las urgencias hospitalarias debido a estos estados de nerviosismo.

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