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Un día en el Parque de Bomberos de Burgos

Una jornada laboral para los bomberos abarca 24 horas, convirtiendo el parque en su segunda casa y a sus compañeros, en parte de la familia | Cuentan con un programa exhaustivo, que cumplen rigurosamente, dando siempre prioridad a las intervenciones

Domingo, 10 de marzo 2019

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Dicen que el roce hace el cariño y, si pasan 24 horas trabajando de manera continuada, tu lugar de trabajo se acaba convirtiendo en tu segunda casa y tus compañeros, en parte de la familia. Y eso es lo que les ocurre a los bomberos de Burgos, con esos turnos de 24 horas, de los que nace una relación especial que se trasluce en el buen ambiente que se respira en el Parque, entre conversaciones, confidencias y bromas.

«Nos acabamos conociendo mucho, casi mejor que nuestras familias, pues convivimos en situaciones de estrés, que crean una relación especial», explica Juan Carlos Chicote, el responsable del servicio del pasado miércoles 27 de febrero, y encargado de guiarnos por el día a día del Parque de Bomberos de Burgos.

Un día programado de principio a fin, en el que los horarios son parte imprescindible de la rutina, siempre y cuando las intervenciones no tomen protagonismo, pues son prioritarias. Y los bomberos salen con el mismo ímpetu tengan que ir a sofocar un fuego en una vivienda que ha atender un desprendimiento de cornisa o a ayudar a una persona mayor que ha sufrido una caída en casa. «Te sientes realizado si tu labor sirve para algo», afirman los profesionales burgaleses.

Puesta a punto

La jornada laboral arranca a las 7:45, dando el relevo al turno anterior y con el parte de novedades. Se revisan los equipos y los vehículos, asegurándose de que todo está listo para una posible intervención. Y se establecen los equipos de trabajo: primera salida, segunda salida y equipo de apoyo, distribuyendo mandos, conductores y bomberos porque cuando se recibe una llamada estas cuestiones deben estar ya decididas. Además, se rota en los puestos para garantizar que todos los bomberos participen en diferentes intervenciones y se mantengan a punto.

De ahí, a la formación física y los entrenamientos, rutina que se repite por la tarde. Una práctica de incendio industrial tocó la tarde en la que un equipo de BURGOSconecta se acercó a las instalaciones de la Avenida de Cantabria, donde una falsa alarma de incendio en General Santocildes estuvo a punto de retrasar la realización de este reportaje. Una dotación salió a la carrera, aunque muy poco les llevó comprobar que el polvo de una obra en un edificio antiguo se había confundido con humo y, tras corroborar que no había fuego, los bomberos volvieron a base.

«Las intervenciones son prioritarias», afirma Chicote, así que si se está a punto de comenzar una práctica, se aparca, pudiendo retormarse si la salida es breve, como ocurrió en la tarde de ese 27 de febrero. El objetivo de las prácticas es examinar las pautas de actuación ante intervenciones tipo, «con un juicio crítico; somos muy puntillos», insiste el jefe del servicio, pues ahí está la clave para ser cada vez mejores y anticiparse a cualquier imprevisto que, en la vida real, puede marcar la diferencia en las intervenciones «tipo».

Cocinillas exigentes

Cuando se habla del día a día de un parque de bomberos, indefectiblemente, se acaba haciendo mención a la cocina. Y parece que es lo que más nos sorprende, aunque no debería ser así, la verdad.

La lógica nos indica que, pasando 24 horas en las instalaciones, teniendo que garantizar tres comidas y alimentación adecuada para hacer frente a los desafíos de la profesión, la cocina es una tarea tan importante como los entrenamientos físicos y las prácticas de intervenciones.

El Parque de Bomberos de Burgos cuenta con una cocina industrial que para sí ya querrían algunos restaurantes, preparada para atender a 18 comensales. «Una gran familia» de paladar «exquisito», tanto es así que algún bombero ha llegado sin saber cocinar mucho y ha salido convertido en un minichef, lo que han acabado por agradecer amigos y familia.

Las comidas se preparan por turnos, en parejas de dos bomberos, que se disuelven cada 6 años, para no coger malos hábitos y mezclarse un poquito. Entre los miembros de la pareja se dividen las tareas de preparación de la comida y limpieza, y en el parque de Burgos «se com bien, de calidad y de cantidad».

Por ejemplo, el día de nuestra visita la comida había consistido en patatas con sepia y carne guisada, y para cenar estaban preparando una empanada. Ganas no nos faltaron de hacernos las remolonas y quedarnos a cenar, así habríamos podido comprobar, de primera mano, que los bomberos de Burgos no son solo unos excelentes profesionales sino también unos expertos cocineros.

Los ejercicios prácticos suelen durar entre una y dos horas y, a las 14:00, toca comida. Y los bomberos son «muy exigentes», unos buenísimos críticos de cocina, pues la comida es sagrada. «Hay que llevar una comida por delante», explica Juan Carlos Chicote, ya que nunca se sabe cuándo va a saltar la alarma y cuánto tiempo va a llevar una intervención. Y tienen que estar bien alimentados para resistir, así que el mínimo pasa por tres comidas al día, y fruta a discreción.

Tras comer, los bomberos disponen de un tiempo de descanso, del que pueden disfrutar tomando un café o una infusión en su cafetería exclusiva, en la que se pueden encontrar diferentes tipos de bebidas salvo las alcohólicas. Así que si alguna vez va de visita al Parque de Bomberos de Burgos y ve alguna cerveza, tenga por seguro que es sin alcohol, con eso tampoco juegan (como con la comida).

La tarde se «salva» con alguna práctica y salidas de reconocimiento por la ciudad, hasta las siete de la tarde. De ahí hasta la hora de la cena, las nueve de la noche, los bomberos suelen aprovechar para hacer ejercicido en el gimnasio, que comparten con Policía Local. También para estudiar, aquellos que estén formándose, o consultar algo en los ordenadores, leer un libro en la biblioteca, ver la televisión o simplemente conversar como «la gran familia» que son, una familia de 18 miembros, recuerda Juan Carlos Chicote, el número de efectivos por turno.

Las noches son mucho más complicadas, apunta el jefe del servicio, porque las intervenciones también lo son. Además, por la noche se han incrementado las salidas para atender a personas mayores, que sufren algún tipo de caída en sus domicilios y requieren la intervención de los bomberos o de otros servicios sanitarios o asistenciales. «Hay días duros y otros que no lo son tanto», explican los bomberos, pero lo que sí está claro es que el Parque de Bomberos es como su segunda casa.

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