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Los mirandeses están profundamente orgullosos de su equipo, que ha hecho historia. RRH

A pesar de la derrota...«Qué bonito es… ser del Mirandés»

Se popularizó esta frase con el ascenso a Segunda División hace unos años y se puede recuperar ahora porque, si es emocionante vivir un no ascenso del Mirandés, vivir un ascenso a Primera no tiene nombre

Sábado, 21 de junio 2025, 23:56

No había caras de decepción en Miranda. No puede decepcionar un equipo, el jabato, que lo ha dado todo por estar en Primera. Si que había caras tristes… lo han acariciado con la punta de los dedos y el ascenso se les ha ido entre las manos. Es para estar un poco tristes porque es una ocasión que, casi con seguridad, no se dará más. Tristes pero orgullosos. Orgullo de ser del Mirandés.

La humildad del «equipo chiquitito», como cantaba la hinchada jabata al llegar al estadio Carlos Tartiere, hace grandes a quienes se sienten pequeños. Todo porque al principio de esta temporada nadie contaba con el 'Fenómeno CD Mirandés' que en agosto apenas tenía plantilla para competir.

Este sábado casi toda Miranda -36.000 habitantes- estaba en la calle, en los bares, viendo el partido. Toda la ciudad de Miranda podría caber en el estadio de la capital del Principado.

El centro de Miranda registraba los mismos 30.000 que estaban sentados en los asientos azules del Tartiere. 30.000 almas en las calles y en los bares, centenares de pequeños 'Anduvas' que empujaban con el alma, como la canción que popularizó todo el estadio hace unas temporadas.

«Que alguien saque a bailar a la morocha» porque en Miranda todo el mundo estaba para celebrar, pese a la derrota -antes, durante y después del partido- y pese a que «se muere de ganas, no puede hacer todo el campeón». Y tenían que sacar a bailar a la morocha los mirandeses, porque los jugadores rojillos estaban empeñados en luchar en otra lid.

La noche se prometía larga a pesar de la tormenta. Las tres pasiones de todo 'mirandilla' es su himno de Miranda, su Santo Verdadero, San Juan del Monte, y su Club Deportivo Mirandés. Y la ocasión era propicia, como de las mejores fiestas.

Mientras sonaba en la televisión el Asturias Patria querida, en el corazón mirandesista resonaba también aquello de «Emblema rojinegro que luce nuestra banda, el nombre de Miranda en alto hay que poner. Luchando con denuedo y brío irresistible, haremos invencible al once mirandés». La marea rojilla llenaba Miranda. La empresa no era sencilla, el 1-0 de Anduva era escaso sabiendo que el Real Oviedo era favorito y que, con el mismo resultado, ascendían los carballones.

«Hala, hala, hala, que el triunfo es nuestro a no dudar. Hala, hala, hala, que ya venció por esta vez, hurra, hurra, hurra el Deportivo Mirandés». Que las grandes gestas las firman los humildes. Larga vida al CD Mirandés.

Todos recordaban aquel equipo de las grandes gestas de la Copa del Rey con el recuerdo del pequeño delantero, pero enorme en el verde, el máximo goleador Pablo Infante, con el que el cuadro de Anduva firmó varias temporadas de ensueño que este sábado se podían coronar con el ascenso a la mejor liga de Europa.

Todo eso se quedaba pequeño cuando en el minuto 16 Panichelli cabeceada a la red un centro medido de Iker Benito, mirandés de cuna, que suponía el 0-1. Con el empate, de penalti del mago Cazorla, no podía ser otro, se bajó el suflé de la emoción, que se recuperó en el descanso y volvió a decaer con el 2-1con el tanto de un hijo pródigo Ilyas Chaira.

A medida que avanzaba el partido, el CD Mirandés era mejor en el Tartiere, las ocasiones se sucedían, pero la pelota no quería entrar; ante el empuje rojillo, la afición congregada en los bares se unía en un grito unánime: «Sí. Se puede». Mientras, en la Vetusta de Clarín, el partido se encaminaba a la prórroga.

A medida que avanzaba la prórroga, las sonrisas se tornaban en caras de preocupación. El 2-1 favorecía al Real Oviedo por aquello de que había quedado un puesto por encima en la liga regular.

Déjà vu

Quien firma esta crónica sufría este sábado un déjà vu en Miranda. Con los mismos calores y sudores que este sábado, un 26 de junio de 2011 en Anduva, el CD Mirandés perdía su primer ascenso a Segunda División frente al CD Guadalajara de Carlos Terrazas. El cuadro rojillo se había traído una victoria del Pedro Escartín por 0-1. Bastaba empatar en un Anduva hasta la bandera. Un gol de penalti en el minuto 90 le dio el ascenso al equipo manchego tras haber logrado el empate sólo unos minutos antes.

Los 6.000 de Anduva aquel día lloraron por no ascender a Segunda. 36.000 mirandeses han llorado por una gesta muchísimo más noble, ascender a Primera. Aquel día de hace 14 años, Terrazas se confesó eternamente feliz y entendió la tristeza de los mirandeses. Luego fue técnico de los rojillos en Segunda.

Este sábado, Miranda se puede sentir orgullosa de lo que han conseguido los jabatos. La lección que le han dado a España entera y al resto del mundo es la importancia de las pequeñas cosas, de lo cotidiano, de lo humilde en un deporte que, por desgracia, valora lo grande y se engríe con gestos poco deportivos. En el otro lado de la balanza, el CD Mirandés, su afición familiar y sus pequeños gestos que este año han sido gestas.

Enhorabuena al Real Oviedo por su ascenso, merecido tras 24 años en el infierno. Gloria al CD Mirandés que ha dado el mejor ejemplo de valores deportivos.

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