Miranda despierta tras un Ebrovisión con récord de público
La vigésimo quinta edición del festival convirtió a Miranda, durante cuatro días en el epicentro de la música independiente nacional
Entre los últimos destellos de confeti, Miranda de Ebro despierta este lunes con la calma que sucede a las grandes celebraciones. Tras cuatro intensos días de música y buen ambiente, este domingo la vigésimo quinta edición de Ebrovisión bajaba el telón con cifras históricas: más de 23.000 asistentes y un impacto económico cercano a los 2,5 millones de euros.
Y eso que, «cuando empezó a gestarse todo esto, en ningún momento pensamos que íbamos a estar aquí con esta salud envidiable», tal y com reconocía Ramiro Molinero, presidente de la Asociación Amigos de Rafael Izquierdo que organiza el festival justo antes de su inicio. Lo cierto es que la edición de 2025 ha confirmado sus palabras: el Ebrovisión vive uno de sus mejores momentos, consolidado como cita de referencia para la música independiente en España.
Viva Suecia congregó al mayor número de asistentes
Ebrovisión celebró sus bodas de plata con un ambiente inmejorable, el respaldo de un público fiel y el mejor aliado posible: un clima soleado que acompañó de principio a fin. Tras el debut festivalero a la ribera del Ebro, la jornada del viernes fue la que mayor expectación levantó.
Viva Suecia, cabeza indiscutible de cartel, reunió a la multitud más numerosa del festival. Decenas de camisetas amarillas ondeaban frente al escenario cuando la banda murciana desplegó todo su potencial, entre confeti multicolor y un directo arrollador. El público no solo cantó cada tema —«No hemos aprendido nada» y «Dolor y gloria», entre otros—, sino que ovacionó con fuerza el gesto del vocalista, que al final de la actuación levantó una bandera palestina para denunciar el genocidio perpetrado por Israel.
«Ha sido un momento emocionante y muy simbólico», aseguraba Amaia, una ebrofan bilbaína que no dudaba en aplaudir que «la cultura se comprometa con una causa tan justa como la palestina». Pero la cultura no se circunscribió al recinto festivalero.
Un fin de semana desenfrenado
El sábado amaneció con la ciudad volcada. Los conciertos gratuitos en la Parte Vieja y en el Castillo de Miranda, junto con la feria gastronómica en la Plaza de España, devolvieron el festival a las calles. Incontables personas participaron del ambiente en un clima veraniego que animó incluso a quienes no tenían abono. «Este año no tengo la entrada, pero no me he querido perder el buen ambiente de la Plaza de España», contaba Manuel mientras degustaba uno de los pintxos preparados para la ocasión.
Ya por la tarde, Veintiuno abrió la veda en el escenario principal, seguido por The Murder Capital, cuya intensidad sonora preparó el terreno para un Xoel López que deslumbró con un directo de gran calidad. Como colofón Sexy Zebras regresó a Miranda con un espectáculo renovado que, como era de esperar, convirtió la explanada del polideportivo en una pista de pogos y fiesta colectiva.
Y aunque el domingo la intensidad bajó, todavía se contaban por centenas los festivaleros con la ilusión intacta. Con un aire más familiar, las actuaciones gratuitas pusieron el broche perfecto a un festival que, en palabras de los propios asistentes, ha sido «el mejor Ebrovisión hasta la fecha». Y es que «el Ebro tiene algo especial que te enamora», como resumía Irene, fiel seguidora del festival desde hace lustros, haciendo alusión al slogan que con tanto acierto acompaña al nombre del festival mirandés.
«El público cree en este proyecto», defendía Molinero, y lo cierto es que la frase resume lo ocurrido estos días. Miranda de Ebro volvió a ser el epicentro de la música independiente nacional en un Ebrovisión —el de de las bodas de plata— que será recordado por su récord de público y por esa mezcla de música, gastronomía y hospitalidad que han convertido el festival en lo que es hoy. El telón baja, pero la marea ebrovisiva ya sueña con su próxima crecida. Habrá que esperar a 2026.