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Está llena de encanto y de secretos. Y está al alcance de todo el mundo. Se puede visitar todos los días, menos los lunes. Se encuentra el corazón de Burgos. Es la Sala de Poridad o del secreto. Todo en esa sala es bello y misterioso. Para empezar, su planta. Es octogonal. Y esto nos conduce a un posible origen de raíces templarias.
La orden de los Templarios fue disuelta en 1307 y el conjunto de la puerta con su reconstrucción es del siglo XVI. Sería un anacronismo mantener la afirmación de un origen templario, pero no que, en la raíz, en la esencia, estuviera presente de alguna manera el modo de hacer templos que tenía la Orden.
La Catedral de Burgos esconde también otros misterios, como el del extraño zapatero que vivió en la Catedral de Burgos.
De hecho, las encomiendas templarias recurrían habitualmente a la planta circular en recuerdo de la iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén. Y la cúpula en madera de la Sala de Poridad tiene un enorme parecido a la citada iglesia, pero de Torres del Río, Navarra. ¿Se tomó como ejemplo constructivo el Santo Sepulcro o es una mera coincidencia? O por sus especiales características y ser octogonal, ¿es la única manera de hacer una cúpula? No existen respuestas. En cualquier caso, el artesonado mudéjar del siglo XIV es impresionante.
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Julio César Rico
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Unas fuentes dicen que era sala de secretos porque en ella se reunía el Concejo de Burgos hasta finales del siglo XVIII. Fue entonces cuando se trasladó a la nueva Casa Consistorial.
Martínez Burgos en el Boletín Comisión de Monumentos de la Diputación Provincial de Burgos da esta información asegurando que el lugar era sede «de dimes y diretes, los pleitos y componendas, las disputas y los acuerdos del Regimiento de Burgos o la vigilancia perenne de aquellas máximas de hombría y cristiandad, grabadas en sus muros: 'non intret affecctus, ne egrediatur secretuni', o lo que es lo mismo 'no entre aquí la afección, para que no salgo de aquí el secreto'».
El nombre de Sala de Poridad puede tener otro origen. Habría que datarlo cuando existía el alto oficial de la Casa Real y después de la Cancillería regia de la Corona de Castilla, que tenía por misión la emisión de los documentos más secretos del rey, bien por la materia, bien por las personas a las que afectaba.
«Era una persona allegada al rey en cuanto a su fidelidad y confianza, puesta por el monarca, inicialmente su capellán o confesor. Fue suprimido el oficio en 1496, pasando el sello a las secretarías de los consejos y posteriormente al ministerio correspondiente que lleva los asuntos de gracia y justicia». Así define el Diccionario Panhispánico del español jurídico a la figura del canciller del sello de la poridad.
La Sala de Poridad custodia con celo varias piezas históricas de gran valor y que están a la vista del público. Se ha pasado de la sala del secreto a la sala en la que todo el mundo puede descifrar el enigma que esconde.
Esta sala contiene un hueso del Cid. Se encuentra en buen estado de conservación dada su antigüedad. Le acompaña un documento que garantiza su autenticidad. Se trata del radio del antebrazo izquierdo de Rodrigo Díaz de Vivar. Fue donado al Ayuntamiento de Burgos en 1930. Cipriano López el cual fue el encargado de exhumar los restos del Cid en 1809.
Se encuentra también una reproducción de la espada Tizona realizada por Maese Calvo en 1947. La Vara del Concejo de Burgos o Vara de Castilla. Desde mediados del siglo XVI fue la unidad de medida básica en los territorios de la Corona de Castilla. Servía para confrontar las medidas usadas por el comercio en ferias y mercados.
Una llave del Castillo de Burgos, la misma que fue entregada a los Reyes Católicos cuando se rindió la fortaleza. Se entregaba simbólicamente a los reyes a la entrada en la ciudad. Fue donada al Ayuntamiento por Enrique Vera Sancha, general de artillería; obraba en manos de su familia desde tiempo inmemorial. Unas rodelas de Maese Calvo. La del Cid es de 1930 y la rodela de Fernán González de 1940. Están hechas en hierro forjado y cincelado.
Y los dos restos más preciosos del espacio son la puerta del Archivo del Arco, de siglo XVI que custodiaba la antigua caja de caudales y archivo del Concejo. Tiene cuatro cerraduras distintas. Es de hierro policromado con el escudo de la ciudad.
Y la pieza más mítica, el Sillón de los Jueces de Castilla. La tradición lo sitúa como el utilizado por los Nuño Rasura y Laín Calvo, para administrar justicia. Después fue el lugar donde se sentaba el corregidor en las reuniones.
Cuando Felipe III llegó a la ciudad de Burgos, su corregidor ordenó decorar las paredes de esta sala con pinturas alusivas al monarca y a sus antecesores.
Se lo encargó al pintor Pedro Ruiz de Camargo. Realizó los frescos en los que ahora vemos a Carlos I a su vástago Felipe II. A los lados de ambos, las figuras de los primeros héroes de Castilla, el Cid y Fernán González. Y los jueces de Castilla, Laín Calvo y Nuño Rasura. Un retrato de Rodrigo y Jimena completan la colección.
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