El pueblo de Burgos que revive su folclore y raíces gracias a un gran mural
Fue pintado por voluntarios de Adrada de Haza en tres días y con la intención de inmortalizar su patrimonio inmaterial
Una imagen vale más que mil palabras. En el caso del nuevo mural que se expone en Adrada de Haza, un pueblo de Burgos, los tres fragmentos que lo componen trasladan al espectador a un mundo de mucho más que esas mil palabras.
Esta localidad de La Ribera del Duero, de 205 habitantes, está unida estrechamente al folclore. Por ello, al mirar el nuevo mural que brilla en una de las paredes, un espectador con algo de saber popular puede oír música tradicional, acompañada de tonadas y bailes.
Es un taller de pintura y creatividad que la asociación folclórica El Torrejón de Adrada de Haza ha realizado gracias a voluntarios del pueblo de Burgos y la empresa Art-Terra. Un mural que muestra su patrimonio inmaterial, el folclore, que utiliza como hilo conductor a un dulzainero, una pareja de bailarines y a una panderetera.
La mano de los voluntarios también es valiosa
Para llegar a este punto, el primer paso fue limpiar la pared, señala Mónica Gil, autora y supervisora del mural. Para ello, voluntarios de todas las edades de Adrada de Haza se unieron con la intención de cepillarla y limpiarla. ¿El objetivo? Retirar la cal para aumentar la durabilidad de la pintura.
El siguiente paso fue cubrir la pared, de unos doce metros cuadrados, con una imprimación blanca. Más tarde, Gil, que ya había diseñado el mural en un boceto y disponía de él también en versión digital, lo calcó en la pared.
Después vinieron tres días intensos y unas doce horas de trabajo. Tanto Gil como los voluntarios rellenaron cada parte del mural, dando vida a ese dulzainero, a la panderetera y a los bailarines que adornan el centro. Todo sin olvidar dos elementos clave de Adrada de Haza: su monte más famoso, el Torrejón, que da nombre a la asociación que lo ha financiado, y su iglesia dedicada a Santa Columba, ahora clausurada por peligro de derrumbe.
Un mural hecho a partir de cinco colores
Según señala la artista detrás de los trazos del mural, Mónica Gil, la obra se realizó a partir de sólo cinco colores. Ella utilizó los tres primarios (azul cian, magenta y amarillo), que mezcló con gracia junto al blanco y el negro. Midiendo las cantidades, consiguió más de una veintena de colores que ahora lucen en el nuevo mural de Adrada.
Tras calcarlo, la artista ayudó a los voluntarios a pintar el mural folclórico. Más tarde, añadió los últimos retoques a la obra, como algún delineado, sombreados o eliminar goterones. También añadió una estrofa conocida en el pueblo: «El que no cante, que baile».
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Esta frase, de la 'Jota del Mester', del grupo tradicional El Mester de Juglaría, es un resumen del mural: un lienzo donde se ha plasmado el patrimonio inmaterial de Adrada de Haza, ese compuesto por el cante y el baile, con la intención de que perdure.
Una actividad que, al ser colaborativa, desde la asociación destacan la «ilusión» que ha llevado al pueblo. Además, es un bello escaparate al pasado y el presente en el que inmortalizar una llamativa instantánea. «Da gusto», señalan algunos lugareños al mirar una pared que, lejos de ser un muro normal, se ha convertido en el más especial de este pueblo de Burgos, mostrando en una imagen todo su patrimonio cultural.