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Un año después de que Belorado se convirtiera en el epicentro del terremoto religioso más mediático de los últimos años, las monjas cismáticas han emitido un comunicado en el que tratan de mostrar fortaleza. Aseguran que las exclarisas y las cinco hermanas mayores que permancen desde el principio alejadas del foco y ajenas a todos los procesos canónicos y judiciales, «mantienen una unidad inquebrantable».
Las monjas cismáticas se han pronunciado, como viene siendo habitual, a través de su portavoz, Francisco Canals, que llega a manifestar que las cinco monjas mayores «están sufriendo moralmente por la actitud del obispo».
Según el portavoz de las monjas excomulgadas, hace un año que decidieron «permanecer juntas frente a una de las crisis más profundas que ha sacudido a su comunidad: un cisma religioso, convocatorias judiciales, boicots y obstáculos destinados a limitar su capacidad de autonomía». Se refiere a las mayores como sujetos activos en la ruptura con Roma y en la guerra abierta con el arzobispo de Burgos, Mario Iceta.
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Para engrandecer la imagen pública de las cismáticas, llega a decir que estas mujeres siguen unidas. «Son 8 monjas jóvenes y 5 mayores que, movidas por una fe profunda, han forjado una comunidad aún más fuerte». No duda en afirmar que son «un símbolo de resistencia espiritual».
Desde que las exclarisas publicasen el manifiesto en el que rompían con la Iglesia actual (entonces asesoradas por el falso obispo Pablo Rojas y el cura coctelero José Ceacero que se trasladaron con ellas al convento para luego abandonarlo), el Arzobispado de Burgos ha hecho hincapié en la situación de las cinco monjas mayores que viven en La Bretonera debido a su delicado estado de salud y a su avanzada edad.
El pasado 17 de abril las monjas cismáticas de Belorado exponían por primera vez al público a las cinco clarisas mayores. Desde el inicio del conflicto generado por la publicación del 'manifiesto católico' que las hermanas mayores no firmaron, con las reiteradas apariciones en medios de comunicación y su paso por las televisiones de todo tipo, nunca se habían difundido informaciones, ni mucho menos imágenes de las religiosas más mayores.
La Federación de Clarisas Nuestra Señora de Aránzazu quiso enviar a Belorado a hermanas de otros conventos para de la Federación para atender a las cinco monjas mayores del cenobio que en ningún momento se han adherido. Pero esa intención, que hicieron pública en el mes de junio del año pasado, nunca tuvo eco por la negativa de las residentes en el convento beliforano.
Desde el punto de vista canónico, son las únicas propietarias del inmueble y de las dependencias en las que viven el resto de cismáticas porque siguen siendo monjas de la Federación de Clarisas porque sobre ellas no se dictó la excomunión. El Arzobispado de Burgos aclaraba en junio del año pasado que son las legítimas moradoras al no haber secundado el cisma. A ellas se sumaba entonces otras tres hermanas que, aunque en ese momento no se encuentran en el monasterio, pertenecían a la comunidad.
Un dato importante dado que las cismáticas se encuentran en pleno proceso de desahucio a la espera de que pongan nueva fecha para el juicio. Mientras tanto, siguen en Asturias con su restaurante de Arriondas, que abrieron, según dicen, para afrontar sus gastos económicos porque tienen dificultades.
En el último comunicado de las cismáticas, presentan a las mayores, la más joven tiene 86 años y la más anciana 100. Algo que dificulta confiar en esa pretendida unidad contra la Iglesia conciliar: «Las cinco hermanas mayores son sor Adoración (100 años), es una religiosa de carácter férreo y voluntad fuerte, provino de la comunidad de Derio. Sor Lucía (95 años) ha sido siempre una mujer muy querida, gran cocinera y repostera. Sor Getsemaní (88 años) religiosa cauta, prudente destaca por tener una gran inteligencia interior. Sor Pureza (88 años) es una mujer carismática querida por todos, fue la anterior abadesa de la comunidad de Belorado tras su llegada desde Lerma. Sor Pilar (86) ha tenido un recorrido muy largo y variado y ha aportado mucho, fue maestra de niños con discapacidad».
Cada vez que el arzobispo de Burgos ha sido preguntado por las monjas mayores ha expresado una honda preocupación y en cada intervención sobre este caso ha subrayado su «prioridad» para la resolución del conflicto con el acento prioritario en las monjas más mayores.
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