El pueblo de Burgos que venera un cráneo traído desde Prusia y lo saca en procesión
Cada mes de octubre, Castrillo Mota de Judíos honra a Santa Laura cuya cráneo venera como reliquia en su iglesia parroquial
Castrillo Mota de Judíos es uno de los pueblos más singulares de la provincia de Burgos. Más allá de su pasado sefardí, ahora recordado en su Centro de la Memoria, esta localidad tiene una serie de singularidades que la hacen especial.
En este capítulo solo trataremos acerca de la más curiosa que hace de la localidad y de su parroquia un lugar único. Es un pueblo que venera un cráneo y lo saca en procesión en sus fiestas mayores de agosto y el día de la Santa el 19 de octubre. Es el cráneo de Santa Laura.
La devoción a las reliquias está arraigada en la fe cristiana desde los primeros siglos, y se basa en la creencia de que las éstas no tienen poder por sí mismas, sino que son medios que Dios puede utilizar para bendecir a los fieles. La misma Iglesia establece este culto basándose en las escrituras. Concretamente, en el libro de los Hechos de los Apóstoles y en el Segundo libro de los Reyes en el Antiguo Testamento.
Son decenas de miles, incluso millones, las reliquias de Santos que están dispersas por todo el planeta. Incluso trozos de la cruz de Cristo, vestiduras de Jesús o de los apóstoles, y otros elementos que tendrían una consideración de mágicos o esotéricos, si no fueran porque la Iglesia prohíbe esas prácticas con esos elementos.
¿Pero cómo llegó la cabeza de Santa Laura a Castrillo Mota de Judíos? ¿Por qué se venera en este pueblo de Castilla? La cabeza de la santa llegó a Castrillo por una donación que recibe carta de naturaleza en una bula firmada en la diócesis de Madrid-Toledo en 1552. El músico natural de la villa Antonio de Cabezón se trajo desde Centroeuropa la reliquia de la Santa regalada por el príncipe elector prusiano Federico II.
Se custodia en el altar dedicado a San Juan Bautista y a Santa Laura de la parroquia de este pueblo burgalés. Está dentro de una hornacina doblemente guardada por una reja dorada y una puerta labrada, que cierra el relicario en una figura de una dama ataviada, según la moda de la fecha de llegada a Castrillo, en el siglo XVI.
Precisamente ese retablo fue fuente de desavenencias entre el Arzobispado de Burgos y el pueblo, porque desde 1966, la Iglesia diocesana intentó custodiar este retablo y su reparación, pero con motivo de la celebración del centenario del músico, este retablo volvió al pueblo y se quedó definitivamente donde tenía que estar.
Una santa mártir
La historia de Santa Laura es fabulosa como lo es la vida de otras mujeres similares, caso de Santa Casilda, por poner un ejemplo cercano en la provincia. Esta mujer era de familia noble y estuvo casada con un alto funcionario del Emirato de Córdoba. Se convirtió al cristianismo y a la muerte de su esposo profesó en el primer monasterio cristiano del sur de España del que llegó a ser superiora, en el año 856.
El emir Muhammad I la mandó prender y azotar ante la afrenta cometida y se convirtió en una de las mártires de Córdoba en la que se estableció el emirato de Omeya entre los años 756 y 929.
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Laura era una mozárabe influenciada por el clérigo Eulogio de Córdoba que siguió el camino de alguno de los compañeros cordobeses inmolados por la fe cristiana al proclamarla en público. Laura fue apresada y no consintió en retractarse y abrazar el islam. Fue azotada, sumergida en un caldero de plomo hirviendo donde aún siguió milagrosamente cantando alabanzas para acabar decapitada el 19 de octubre de 864.
Los avatares y las circunstancias hicieron que las reliquias llegaran, fundamentalmente, a reyes, príncipes y altos nobles europeos. De ahí que la cabeza de esta santa llegara a manos del rey de Prusia, que fue quien entregó esta reliquia en manos del músico de la corte española, Antonio de Cabezón.
El pueblo de Castrillo Mota de Judíos honra la memoria de Santa Laura en sus fiestas. Es proverbial el cuidado con el que se trata esta reliquia que se encuentra en el retablo del mismo nombre y de San Juan Bautista. Las manos del sacerdote llevan en procesión el cráneo sacándolo primero de la hornacina y después paseándolo por el pueblo hasta regresarlo a su lugar de origen, donde de nuevo es cuidadosamente depositado y encerrado en la hornacina.
San Vitores
Entre los santos decapitados hay uno que es burgalés. Cuenta la leyenda, quizás también puede ser realidad, que Vitores nació en Cerezo de Río Tirón entre los siglos VIII y IX y que fue martirizado y decapitado por los musulmanes en Quintanilla de las Dueñas. Unos moriscos que no pudieron con la vida de este santo, porque una vez decapitado Victor, o Vítores, tomó su cabeza en la mano, llegó a Cerezo donde realizó prodigios y dio instrucciones al pueblo para que resistiera la invasión.
También la tradición cuenta que fuese sepultado en una gruta donde varios siglos después se levantó una ermita transformada en convento poco después.
Sobre la vida y milagros de San Vitores existe un texto que forma parte de la colección 'Pasionaria de Silos' que se custodia en la Biblioteca Nacional de Paris. La primera versión en castellano data del siglo XV y se encuentra en la Biblioteca Nacional de España. Existen además la 'Historia del glorioso mártir San Vitores' de Andrés Gutiérrez de Cerezo y la 'Leyenda de los Santos' de Juan de Burgos, textos del siglo XVI.